A Python le abandonaron junto con su hermano Monty en unos cubos de basura el verano pasado. Al principio se llevaban bien pero, según iban creciendo, empezaron a tener peleas. Con la esterilización de ambos, al contrario de lo que pensamos, no mejoró la situación. Por eso, decidimos que lo mejor para ellos era separarles y buscarles familias que ya tuvieran una coneja para que no estuvieran solos.
La suerte sonrió a Python, pues la familia de Ámber, una conejita clienta nuestra, se interesó por él. Entonces comenzamos el protocolo de adopción y las presentaciones entre los dos conejos. Todo fue de maravilla y Python disfruta a día de hoy de su familia y de su nueva compañera. Cada vez que la familia de Ámber nos envía vídeos para que les veamos o vienen a la guarde de vacaciones, no podemos sentir más alegría por él.
¡Gracias por adoptar!